Las predicciones meteorológicas asustaban a la población alertando de fuertes bajadas de temperaturas y grandes heladas. La mayoría de los humanos preferirían el calor de sus hogares y la comodidad del sofá sin saber que se estaban produciendo las condiciones ideales para que los vikingos sacaran sus máquinas y empezaran a rodar desafiando al frío, el viento y el hielo.
Con una mañana fría, gélida, pero con un esperanzador Sol que empezaba a puntear en las alturas, cinco valerosos vikingos se concentran en el Parque de las Cruces (Aluche) con la intención de recorrer cuatro montes para finalizar en el punto de encuentro. En apariencia, complicado recorrido si pensamos que iban a salir desde Madrid, pero el olfato de esta estirpe les permite enlazar lejanos bosques para disfrutar de los mejores entornos naturales cercanos a la Capital.
Por el carril-bici del Anillo Verde Ciclista, y con la presencia de una capa de hielo sobre las zonas ajardinadas, se van alejando del casco urbano y se introducen en la Casa de Campo, su primer monte y gran pulmón de Madrid. Lo bordean por el lado derecho y más cercano a la M-30, con el fin de suavizar los perfiles y aminorar tiempo, dejando las refriegas con los senderos para otras batallas.
Antes de cruzar las vías del Cercanías, salen por una puerta del muro de la Casa de Campo y, con las bicicletas al hombro, descienden andando un tramo de escaleras para cruzar por túnel la M-503 y entrar en la Urbanización de Rosa de Luxemburgo (Aravaca).
Con muy poco tráfico, salvan una rotonda y se adentran en el parque lineal por donde discurre el Arroyo de Pozuelo (o Arroyo de las Cárcavas). Siguiendo las tranquilas pistan enlazan con el municipio de Pozuelo de Alarcón y se adentran en un cuidado y acondicionado carril-bici. Pero en esta mañana placentera les esperaba una inesperada trampa en forma de valla metálica con cadena y candado que cortaba completamente el carril-bici.
Con cierta incredulidad salieron airosos de esta trampa dando media vuelta para entrar, de nuevo, en el parque unos metros más abajo. Sin comprender los motivos de ese vallado, continuaron la marcha por carriles bici hasta abandonar el casco urbano atravesando el puente sobre la M-40 y entrando en el segundo monte delo día, el Monte de Pozuelo (Pozuelo de Alarcón).
Un Sol agradecido por la valentía de estos guerreros les iba templando el cuerpo. Algo de barro y charcos congelados les acompañó durante el tramo cercado con alambreras. Sin percances ni impedimentos para rodar salvo algunos arenales.
Lo bueno de esta zona boscosa es que no tienen que volver a áreas urbanas para enlazar con otro bosque. Tal es así que, al finalizar las zonas con restos de vallado, giran a su derecha y comienzan a bajar por rápidas pistas en un constante sube-baja y enlazan con su tercer monte, el Monte del Pilar (Majadahonda).
Fantástico entorno donde los pulmones vikingos se llenan de vida y prosiguen su marcha salvando algunos repechos y rodando por buenas pistas y algún que otro sendero. Pasan junto a las instalaciones del GREFA (Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona) y se dirigen hacia la localidad de Majadahonda pasando cerca de la parada del Cercanías.
Dejan atrás las instalaciones del Cercanías y, sin salir del monte, se dirigen hacia el último bosque de hoy. Pero antes de salir del Monte del Pilar, se encuentran con un gran rebaño de ovejas que, asustadas, les dejan el camino libre.
La salida de este monte la hacen por la Urbanización del Pinar del Plantío para coger un carril-bici que les lleva a las inmediaciones de la M-503. Un tramo compartiendo calzada con los vehículos, les hace salvar la autovía y les permite entrar en el Parque Cuesta del Reventón, junto a la Urbanización Monteclaro (Pozuelo de Alarcón)
El curioso nombre del Parque quizás se deba al sinuoso, rápido y peligroso descenso hasta llegar al Club de Golf Las Rejas (Majadahonda), pasando por un sendero frondoso donde antaño hubo arbustos de gruesas ramas que intentaron noquear a uno de los fieros vikingos. Hoy solo queda el lugar.
Un estrecho puente que salva un inapreciable arroyo les conduce hasta la entrada al cuarto monte del día, el Monte de Boadilla (Boadilla del Monte). Tranquilo recorrido por este bosque donde se encontraron zonas embarradas y charcos congelados con gruesa costra de hielo.
Con un inapreciable desnivel llegan a la intersección con la M-513. Junto a un reconstruido puente, descienden a una zona arenosa para salvar la autovía y con una destreza nuca vista son capaces de superar el fuerte cambio de ritmo para ascender y girar a la izquierda, llegando a las inmediaciones de Club Deportivo Nuevo Boadilla.
Otro tranquilo paseo junto a zonas acotadas por la regeneración del bosque les lleva a tomar una pista a su izquierda para ascender un fuerte repecho con el suelo quebrado por los arrastres del agua que le hace muy exigente. La continuación hasta la Urbanización Monteprincipe es mas llevadera. Las vistas de la sierra con las cumbres nevadas aparecen sobre el bosque de encinas.
Antes de abandonar el bosque, tienen que reagruparse porque estos últimos ascensos han divido al grupo.
Por desgracia, tienen que abandonar el último monte y volver a la zona urbana. Lo hacen por una apertura de la valla que perimetra la Urbanización Montepríncipe y, rodando por sus calle, llegan a las rotondas del nudo que salva la M-501 y entran en el Polígono Industrial del Ventorro del Cano.
Salen del polígono y se adentran en los secarrales cercanos a la Venta de la Rubia, aproximándose a la M-40. Toda mejora o mantenimiento de las pistas son bienvenidas. Las pistas cercanas al túnel que salva la M-40 han sido acondicionadas y señalizadas como "vía pecuaria" en monolitos de mármol. El firme es de zahorra compactada con sus respectivos vierteaguas. Ya no se acumulan grandes balsas de agua en el túnel y el grupo vikingo continúan rodando plácidamente por esta "vía" con el horizonte de Madrid al frente.
Vuelven a entrar en casco urbano salvando por un paso inferior la A-5 y regresan al Parque de las Cruces para dar por finalizada la batalla de hoy en el Merendero del Madroño. Y como siempre, no puede faltar la celebración de esta gélida victoria con unas frías rubias, seguidas de las viandas de la zona.
Una espectacular mañana ciclista para un grupo de valerosos vikingos que han desafiado a las bajas temperaturas y han podido disfrutar de un entorno privilegiado, recorriendo cuatro montes, saliendo desde Madrid y logrando una ruta circular de unos 52 km.
¿Quién dijo frio?
Altitud mínima: 562 m.
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