Soleada mañana de Octubre. A las 10:00 horas arranca una expedición vikinga desde Valdemoro. Es territorio de "El Juli", y como buen maestro de ceremonias, plantea dejar nuestra huella por los pinares existentes entre Valdemoro y Seseña. A prioi, una ruta "cómoda" para los nueve voluntarios de hoy.
El primer regalo de "El Juli".
Salen confiados de la población y tras cruzar la M-423 y pasar bajo la R-4, llegan al territorio salvaje que deben explorar. Dos largos pinares se suceden junto a un buen camino que no afecta al ritmo del grupo. Pero durante el paso por el segundo, se le ocurre a "El Juli" pegarse una verónica y hacer subir a todo el grupo por una pared hormigonada, junto al túnel del AVE. Era una forma de probar las fuerzas con su "primer regalo". Unas gominolas endulzan las caras de sufrimiento y, tras bajar por la pared, siguen los guerreros del pedal bordeando el largo pinar.
El segundo regalo de "El Juli".
La capacidad de reacción de un vikingo es incuestionable. Por eso "El Juli" no avisó y con una tremenda chicuelina situó a los que iban por la derecha del camino ante la presencia de un profundo barrizal. Dos guerreros sucumbieron en el chapapote pero supieron salir airosos aunque algo rebozados, y junto al resto, continuaron la marcha hasta bajar a la Fuente de La Teja.
Siguen rodando junto a los pinares, aprovechando la sombra que les ofrecen y salen de la Comunidad de Madrid para entrar en la de Castilla-La Mancha. Zona de secarrales que no ofrece resistencia alguna. Una pequeña subida asfaltada hasta unas canteras, y una larga recta para llegar hasta la localidad de Seseña. Sin llegar a entrar en el pueblo, la expedición vikinga gira a la izquierda y tras rodar por caminos áridos, hacen un pequeño descanso en la sombra que ofrece el túnel bajo las vías del AVE.
Tras reponer fuerzas, los valerosos guerreros del pedal suben en sus monturas y cruzan las vías del AVE: no por el túnel, lo hacen por un puente. De esta forma se aproximan al último pinar del día. Las fuerzas intactas y la sonrisa en la cara. Pero la sonrisa del maestro de ceremonias esconde cierta picardía.
El tercer regalo de "El Juli".
Esta vez el maestro del engaño se inventa un insólito pase de pecho y sitúa al grupo delante del último pinar: su propuesta es darle toda la vuelta. Las largas rectas han desaparecido convirtiéndose en auténticas hoces de tierra, con un incesante sube-baja y una sucesión de curvas a derechas y a izquierdas. En cada curva se van perdiendo fuerzas pero la sonrisa no desaparece. El coraje de estos expedicionarios vikingos deja huella sobre el terreno y tras bajar un pequeño terraplén, las curvas desaparecen.
Tan solo les queda llegar hasta la R-4 y, tras atravesar la radial por un puente, entran en Valdemoro. La expectación que despiertan en los viandantes les acompaña hasta la Gasolinera Galp, lugar idóneo para que los que sucumbieron en el barro saquen lustre de sus máquinas. Unos metros más abajo, reciben por fin su premio: Unas rubias espumosas y muy frías.
Esta crónica es el testimonio de una magnífica mañana ciclista en la que nueves aguerridos ciclistas desafiaron los envites y "regalos" del Maestro de Ceremonias: "El Juli".
EL CUADERNO DEL VIKINGO:
Gerardo eres el mejor invitado que puede tener un maestro de ceremonias, dando fiel testimonio de todo lo que sucede. Gracias por tu tiempo
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