Hoy arranca este blog con la crónica de la primera hazaña de un grupo de vikingos que decidieron reunirse para volver a conquistar pequeños territorios. Tras enfundarse en sus temidas indumentarias, algunos siguen a la espera de recibirlas, decidieron programar un viaje para llegar a los bosques y conquistar el Río Guadarrama.
A las 10:00 de la mañana seis vikingos (Paco, Rivas, Benito, José Luis, Jorge y Gerardo, los tres primeros uniformados), parten en una mañana fresca pero soleada desde el Parque de las Cruces (Aluche) y se dirigen hacia la Avdª de Los Poblados atravesando la c/ Guareña; y al llegar a la rotonda de la M-512 sortean su primera batalla al tener que evitar a las indeseables máquinas contaminantes que intentan impedir su paso. Pero tras un alarde de equilibrio y rapidez consiguen entrar en la M-512 y se dirigen hacia la Ciudad de la Imagen.
Otra rotonda y, por la derecha, se escapan del tráfico mañanero por la Avd. de Casablanca. Así, reunidos los seis, ruedan por un tranquilo carril-bici hasta y llegan a la siguiente rotonda. Sin pasarla, cruzan el paso de peatones y entran, por fín, en un camino de tierra. Las máquinas que ellos llaman bicicleta se alegran y sus ruedas llenas de tacos empiezan a clavarse en el suelo y comienzan a rodar por uno de esos "falsos llanos" que tanto le gustan a Gerardo.
Pasan junto al Campo de Golf de Somosaguas, comprobando como esa zona empieza a poblarse de "humildes edificaciones". Poco a poco, llegan junto a la valla de la Urbanización La Finca, pero tan solo se divisa verde, no se ven construcciones. Siguen de frente y tras pasar por debajo de la M-40 empiezan a bordear la primera gran Urbanización, La Cabaña.
Van observando las, cada vez, más precarias y sencillas construcciones pero nadie es capaz de detenerlos. De esa forma, se presentan los seis en la rotonda de la M-513, y vuelven a someter a las máquinas contaminantes, saliendo victoriosos en el enfrentamiento. Bordean la rotonda y siguen de frente. Dejan a su derecha un gran centro religioso y, a la izquierda, otra Urbanización de "sencillas casas" Monte Alina. Pero los aguerridos vikingos prefieren seguir rodando entre encinas y caminos de tierra.
Siguiendo de frente llegan a la entrada principal de la Urbanización Monte Claro, otro reducto de pobreza. Con gran descaro y valentía, los temibles vikingos se plantan delante de la garita del vigilante de seguridad y consiguen que no sea capaz de hablar. Pero, además, saltan con sus maquinas un muro y siguen rodando por un pequeño sendero. No hay quien los detenga.
Otean al frente una pequeña puerta abierta y salen por ella, entrando en un frondoso bosque de pinos. Y es en ese momento en el que deciden parar y recuperar fuerzas. Ahora toca enfrentarse a estrechos caminos entre encinas y almendros, con subidas y bajadas hasta que pasan por el puente de un pequeño arroyo.
El Campo de Golf de Majadahonda les recibe a su derecha, pero ellos se olvidan del verde y siguen humillando los caminos por otro "falso llano", siguiendo siempre de frente, dejando a la izquierda el camino que les introduciría en el Monte de Boadilla. De esta manera llegan a un pequeño puente que les permite pasar sobre la M-50. Y tras cruzar la M-516, con una furia descontrolada, se introducen por la entrada principal de la Urbanización Ciudad Bonanza y empiezan sus bicicletas a rodar por la c/ Playa de la Concha y después por la c/ Playa de Cullera.
Los seis guerreros acaban sorprendiéndose al ver tantas "favelas" juntas, ¿qué gente tan humilde puede sobrevivir en estos lugares?. Prefieren no pensarlo; comprueban como las bicicletas toman velocidad por el asfalto, saliendo de la urbanización y entrando en la vía pecuaria, paralela a la M-503. Tras pasar por debajo de esta autovía giran a la izquierda y deben de enfrentarse a una larguísima bajada. Al fondo se ve El Escorial; delante tienen el pueblo de Villafranca del Castillo, y mirando un poco a la izquierda observa su Castillo.
No se lo piensan y, a una velocidad no recordada por estos lugares, bajan hasta el Río Guadarrama y se detienen bajo el puente. Un pequeño descanso para comprobar el estado de las armas, y para comer. Ahora empieza lo mas difícil, dominar al río.
Las maquinas vikingas se siente en libertad; el frescor y la humedad del entorno, los senderos protegidos por encinas, hacen que se ruede con alegría. La zona lo merece, su belleza y la ausencia de la mano del hombre hacen de este lugar un paraje exclusivo, un auténtico lujo para la vista.
Poco a poco van llegando hasta la M-513, volviendo a pararse el grupo junto al Puente de Brunete. El remanso del río y la belleza del entorno solo se puede contar con una fotografía:
Disfrutando del paisaje, del frescor y de la tranquilidad, los tres vikingos uniformados consiguieron salir de las aguas y nos dejaron una estampa de su fiereza:
Tras un leve descanso los seis vikingos establecen la estrategia para afrontar el resto de la ruta. Por unanimidad, deciden que la mejor forma es seguir dando pedales. Una foto mas y emprenden de nuevo la marcha.
Las características del camino son las mismas que lo recorrido hasta ahora junto al río, mas encinas y mas pinares, estrechos senderos y siguen rodando rápido. El camino desaparece y tienen que girar a la izquierda. Otra zona conquistada para el recuerdo de estos seis valerosos vikingos.
La continuidad del camino les introduce hasta el arroyo junto a la depuradora de la Urbanización de El Bosque (Villaviciosa de Odón), teniendo que descabalgar de sus monturas para no torturar las máquinas y reservarlas para lo que les quedaba.
Después de sortear caminos entre encinas, salen a las calles de la urbanización y emprenden la larga subida por la c/ Júcar hasta la calle Miño. Algunos vikingos empiezan a flojear; los enfrentamiento de hoy han sido muy violentos y aún queda mucha distancia para llegar a casa. Tras reagruparse, continúan subiendo por la calle Miño y toman el camino de la derecha.
Toca bajar. Un rápido camino les lleva hasta el puente peatonal de la M-501. Tras pasarlo ruedan por otro "falso llano" hasta el túnel bajo la M-50. Las heridas de guerra están haciendo estragos en algunos guerreros. Hay que esperar para reagruparse. Pero la solidaridad de esta estirpe vikinga hace que nunca se quede alguien solo.
Ya queda poco. Llegan con un ritmo tranquilo y victorioso hasta los muros de la Ciudad Financiera del Banco de Santander en donde el vikingo José Luis decide separarse del grupo para acortar el camino y llegar al cálido hogar. Quedan cinco y afrontan los tramos que superan a los"falsos llanos", no sin dificultad para los que regresan agotados. Se siguen agrupando y pasan bajo la M-40. Tan solo una larga bajada y una subida de plato pequeño les queda para llegar al destino. Y justo cuando acometen esta última subida la maquina destructora de caminos del vikingo Paco pincha. Solidaridad vikinga y continúan tras pasar bajo la A-5 hasta el Parque de las Cruces. Bajan por el carril-bici del Anillo Ciclista y llegan por fin a su destino.
Con el orgullo de la victoria y el recuerdo de las batallas de hoy, estos cinco vikingos reciben el premio esperado; esa recompensa que en toda la historia de esta raza de temidos guerreros les ha esperado: LA RUBIA. Fría y espumosa en jarra helada. No hay mejor final para un gran día.
EL CUADERNO DEL VIKINGO:
EL PERFIL DE LA BATALLA
PLANO DE LA CONTIENDA
Joder tal y como lo cuentas parece que hemos hecho algo
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