jueves, 31 de octubre de 2013

SAN AGUSTÍN DE GUADALIX Y LAS PISTAS DEL CANAL DE ISABEL II

En una fría mañana de finales de octubre, víspera de Halloween, los vikingos decidieron concentrarse en el Polígono Industrial "El Raso" (San Agustín de Guadalix). Se habían marcado como objetivo recorrer una gran parte de las antiguas pistas de servicio del Canal de Isabel II y dominar la orografía de este territorio controlado desde el aire por buitres y águilas.

Los dioses no estaban por la labor de colaborar con los vikingos en esta batalla y malos augurios se presagiaba cuando el grupo arrancó media hora después de lo previsto. Diez fueron elegidos para el enfrentamiento: Paco, Richi, Beni, José Luis, Pablo, Galazo, Ricardo, Casillas, Rubén y Gerardo.




Tras cruzar el río Guadalix suben hasta la pista del Canal del Atazar, girando a la izquierda e iniciando el recorrido en el sentido de las agujas del reloj. El enfrentamiento se inicia nada mas empezar y los cortes del grupo empiezan a producirse. No es una gran subida pero los feroces vikingos tienen aún sus armas frías y deciden reagruparse para no perder efectivos. El sol y el esfuerzo hacen que las indumentarias vikingas empiecen a aparecer.




Tras cinco kilómetros y medio de ascensión y una lucha cuerpo a cuerpo contra el terreno, una de las máquinas vikingas (del amigo Galazo) sufre el primer percance del día, pinchazo en la delantera. Entra el grupo en la pista del Canal Alto y deciden reagruparse porque el desnivel empieza a hacer mella en alguno de los fornidos guerreros. Los dioses siguen dándoles la espalda.




Después de pasar por expertas manos, la máquina destructora del vikingo Galazo reinicia, junto con el grupo, la marcha. La solidaridad vikinga ha vuelto a aparecer. A su derecha se encuentran el espectacular paisaje del Cañón del río Guadalix. Durante varios kilómetros los vikingos ruedan observando la profunda depresión del terreno formada por la erosión que gradualmente produjo el río Guadalix. 




La presencia de los buitres planeando sobre ellos no les amedrenta; no son una amenaza. La agresividad que desprende el pelotón ahuyenta a esos enemigos, pero no al suelo por donde pisan. El constante sube y baja del terreno  de la pista del Canal de El Vellón rompe el ritmo del grupo y tienen que reagruparse varias veces.




Tras dejar atrás la Urbanización Montenebro los vikingos consiguen derribar el obstáculo que se encuentran al frente, una puerta. Por ella pasan y entran en el Monte de la Dehesa de Pedrezuela y ruedan de nuevo con sus máquinas por la pista de el Canal de El Vellón junto al cañón hasta que tienen que saltar la siguiente valla. Así, llegan hasta el embalse de Pedrezuela.




El cañón del río toca a su fin junto al dique de la presa. El paisaje merece una segunda parada. La gran masa de agua y la enorme depresión del terreno vista desde el dique hacen que las fotografías inmortalicen esta nueva conquista.








El cómodo recorrido que se encuentran a continuación les hace admirar el agradable paisaje de todo el entorno del embalse. Una carretera asfaltada, junto a algunas urbanizaciones, lo bordea. Poco a poco llegan hasta la intersección con la M-608. Cruce que entraña cierto peligro, pero con buena visibilidad. Cruzan esta vía y se introducen por una frondosa senda; y, por una camino de tierra, suben hasta la localidad de Venturada. Otra conquista para el recuerdo de estos guerreros; y un buen lugar, de nuevo, para el agrupamiento.




Los 22,5 kilómetros que lleva el grupo no les impide continuar luchando y conquistando los territorios por donde sus máquinas ruedan. Venturada se rinde a sus pies. La bordean por su derecha y por un camino señalizado como un "GR" llegan a un túnel bajo la A-1, siendo recibidos por una pequeña "pared" que consiguen dominar, no sin algún que otro sobre-esfuerzo. A partir de aquí, el recorrido se convierte sinuoso y siguen apareciendo pequeñas subidas y bajadas que vuelven a distanciar al grupo. Las vistas por la derecha son muy gratificantes y brindan a estos temibles aunque algo cansados guerreros una fuerte, larga y divertida bajada hasta una pequeña carretera asfaltada con muy escaso tráfico. Por ella llegan hasta la N-320 y giran a la derecha. A los pocos metros tienen que superar el mayor peligro que tiene toda la ruta. Han de atravesar esta carretera para coger la pista del Canal Bajo que se encuentra en el lado opuesto. 

Después de superar este escollo, entran en grupo en una bonita pista arropada por alta vegetación. Una vez que recorren casi tres kilómetros, llegan a una intersección donde realizan un rápido avituallamiento y el enésimo reagrupamiento del grupo. Deciden coger la pista asfaltada de la izquierda en vez de subir la loma que tienen al frente. De esta forma salen a la M-129 y giran a su derecha. Dos kilómetros después, cogen la pista que aparece por la izquierda. Llegan hasta una larga tubería del Canal y junto a ella se presenta el grupo, muy disgregado, en una pequeña loma con un par de revueltas que minan las fuerzas de algunos vikingos. Al final de la subida vuelven a reagruparse.




Los vikingos emprenden la rápida bajada hasta la localidad de El Espartal, pero de nuevo la máquina del amigo Galazo vuelve a pinchar. Esta vez es la rueda trasera. El grupo que iba mas adelantado tiene que espera a la entrada del pueblo, junto a un acueducto construido en 1852, mientras que manos expertas vuelven a reparar la máquina derribada por las inclemencias del terreno.

El grupo entra victorioso en El Espartal; lo atraviesan y emprenden una constante subida que hace mella en algunos vikingos. La coronación de la subida hasta el desvío consigue hundir a Galazo que echa el pie a tierra. El grupo se rompe; la lucha contra el terreno se endurece y al salir a la siguiente pista se empieza a rodar por grupos. Las grandes heridas que la contienda ha provocado en Galazo hacen que deba ser acompañado por el vikingo Paco. Otra vez la solidaridad vikinga entra en acción. Se quedan solos para llegar a El Molar; tienen el track del recorrido y no van a perderse. El resto del grupo entra en El Molar, pasan por debajo de la antigua N-1 y se preparan para la siguiente batalla contra el terreno.

La salida del pueblo se torna en una larga y empinada subida; que, aunque asfaltada, hace mas mella en Pablo. Con pundonor, y tras ser esperado, salen del pueblo. El vikingo Galazo queda mal herido en la plaza del pueblo y Paco alcanza al grupo para intentar llegar antes al punto de inicio de la ruta y coger la furgoneta para buscar al desfallecido vikingo. Esta raza de guerreros tiene un principio: nunca dejan sus cadáveres por el camino.

El resto del grupo, guiados por el vikingo Gerardo emprenden una fuerte subida y una rapidísima bajada por una pista asfaltada para coger un camino a la derecha que, sin dejarlo, les lleva por la pista del Canal del Atazar hasta el final de la ruta. Pero como los dioses les habían dado la espalda, Ricardo vuelve a pinchar en el mismo lugar donde lo hizo meses atrás, ¡qué coincidencia!. Junto con  el vikingo Gerardo, llegan los últimos al final de  este bonito, pero accidentado recorrido.




No queda tiempo para mucho. Es muy tarde y tras cumplir con la tradición: dar buena cuenta de una rubia fresquita, los vikingos uniformados se hacen una foto para inmortalizar el momento. Tan solo cinco se quedan a degustar las viandas del Restaurante "El Raso".




La batalla de hoy ha desgastado al grupo. Los dioses no les han acompañado durante todo el trayecto. Aún así, consiguieron el objetivo: recorrer los 59 kilómetros de la ruta, aunque tardaron mucho en hacerlo. Para la próxima batalla tendrán que curtir las piernas de los vikingos derrotados con el fin de poder disfrutar de la belleza de estos parajes y del placer de montar en esas temibles máquinas a las que llaman bicicletas.



EL CUADERNO DEL VIKINGO:

Total kilómetros: 59,300
Tiempo total invertido: 5h 16' 18''
Tiempo en movimiento: 3h 29' 36''
Tiempo detenido: 1h 46' 22''
Velocidad media en movimiento: 17 km/h
Desnivel acumulado ascendiendo: 1804 m.
Desnivel acumulado descendiendo: 1855 m.
Altitud máxima: 893 m.
Altitud mínima: 499 m.


EL PERFIL DE LA RUTA:








PLANO DE LA CONTIENDA:


By Gerar

jueves, 17 de octubre de 2013

LA CONQUISTA DEL RÍO GUADARRAMA

Hoy arranca este blog con la crónica de la primera hazaña de un grupo de vikingos que decidieron reunirse para volver a conquistar pequeños territorios. Tras enfundarse en sus temidas indumentarias, algunos siguen a la espera de recibirlas, decidieron programar un viaje para llegar a los bosques y conquistar el Río Guadarrama.

A las 10:00 de la mañana seis vikingos (Paco, Rivas, Benito, José Luis, Jorge y Gerardo, los tres primeros uniformados), parten en una mañana fresca pero soleada desde el Parque de las Cruces (Aluche) y se dirigen hacia la Avdª de Los Poblados atravesando la c/ Guareña; y al llegar a la rotonda de la M-512 sortean su primera batalla al tener que evitar a las indeseables máquinas contaminantes que intentan impedir su paso. Pero tras un alarde de equilibrio y rapidez consiguen entrar en la M-512 y se dirigen hacia la Ciudad de la Imagen.

Otra rotonda y, por la derecha, se escapan del tráfico mañanero por la Avd. de Casablanca. Así, reunidos los seis, ruedan por un tranquilo carril-bici hasta y llegan a la siguiente rotonda. Sin pasarla, cruzan el paso de peatones y entran, por fín, en un camino de tierra. Las máquinas que ellos llaman bicicleta se alegran y sus ruedas llenas de tacos empiezan a clavarse en el suelo y comienzan a rodar por uno de esos "falsos llanos" que tanto le gustan a Gerardo. 

Pasan junto al Campo de Golf de Somosaguas, comprobando como esa zona empieza a poblarse de "humildes edificaciones". Poco a poco, llegan junto a la valla de la Urbanización La Finca, pero tan solo se divisa verde, no se ven construcciones. Siguen de frente y tras pasar por debajo de la M-40 empiezan a bordear la primera gran Urbanización, La Cabaña.

Van observando las, cada vez, más precarias y sencillas construcciones pero nadie es capaz de detenerlos. De esa forma, se presentan los seis en la rotonda de la M-513, y vuelven a someter a las máquinas contaminantes, saliendo victoriosos en el enfrentamiento. Bordean la rotonda y siguen de frente. Dejan a su derecha un gran centro religioso y, a la izquierda, otra Urbanización de "sencillas casas" Monte Alina. Pero los aguerridos vikingos prefieren seguir rodando entre encinas y caminos de tierra. 

Siguiendo de frente llegan a la entrada principal de la Urbanización Monte Claro, otro reducto de pobreza. Con gran descaro y valentía, los temibles vikingos se plantan delante de la garita del vigilante de seguridad y consiguen que no sea capaz de hablar. Pero, además, saltan con sus maquinas un muro y siguen rodando por un pequeño sendero. No hay quien los detenga.




Otean al frente una pequeña puerta abierta y salen por ella, entrando en un frondoso bosque de pinos. Y es en ese momento en el que deciden parar y recuperar fuerzas. Ahora toca enfrentarse  a estrechos caminos entre encinas y almendros, con subidas y bajadas hasta que pasan por el puente de un pequeño arroyo.

El Campo de Golf de Majadahonda les recibe a su derecha, pero ellos se olvidan del verde y siguen humillando los caminos por otro "falso llano", siguiendo siempre de frente, dejando a la izquierda el camino que les introduciría en el Monte de Boadilla. De esta manera llegan a un pequeño puente que les permite pasar sobre la M-50. Y tras cruzar la M-516, con una furia descontrolada, se introducen por la entrada principal de la Urbanización Ciudad Bonanza y empiezan sus bicicletas a rodar por la c/ Playa de la Concha y después por la c/ Playa de Cullera.

Los seis guerreros acaban sorprendiéndose al ver tantas "favelas" juntas, ¿qué gente tan humilde puede sobrevivir en estos lugares?. Prefieren no pensarlo;  comprueban como las bicicletas toman velocidad por el asfalto, saliendo de la urbanización y entrando en la vía pecuaria, paralela a la M-503. Tras pasar por debajo de esta autovía giran a la izquierda y deben de enfrentarse a una larguísima bajada. Al fondo se ve El Escorial; delante tienen el pueblo de Villafranca del Castillo, y mirando un poco a la izquierda observa su Castillo.




No se lo piensan y, a una velocidad no recordada por estos lugares, bajan hasta el Río Guadarrama y se detienen bajo el puente. Un pequeño descanso para comprobar el estado de las armas, y para comer. Ahora empieza lo mas difícil, dominar al río.



Las maquinas vikingas se siente en libertad; el frescor y la humedad del entorno, los senderos protegidos por encinas, hacen que se ruede con alegría. La zona lo merece, su belleza y la ausencia de la mano del hombre hacen de este lugar un paraje exclusivo, un auténtico lujo para la vista. 

Poco a poco van llegando hasta la M-513, volviendo a pararse el grupo junto al Puente de Brunete. El remanso del río y la belleza del entorno solo se puede contar con una fotografía:




Disfrutando del paisaje, del frescor y de la tranquilidad, los tres vikingos uniformados consiguieron salir de las aguas y nos dejaron una estampa de su fiereza:




Tras un leve descanso los seis vikingos establecen la estrategia para afrontar el resto de la ruta. Por unanimidad, deciden que la mejor forma es seguir dando pedales. Una foto mas y emprenden de nuevo la marcha.




Las características del camino son las mismas que lo recorrido hasta ahora junto al río, mas encinas y mas pinares, estrechos senderos y siguen rodando rápido. El camino desaparece y tienen que girar a la izquierda. Otra zona conquistada para el recuerdo de estos seis valerosos vikingos.

La continuidad del camino les introduce hasta el arroyo junto a la depuradora de la Urbanización de El Bosque (Villaviciosa de Odón), teniendo que descabalgar de sus monturas para no torturar las máquinas y reservarlas para lo que les quedaba.




Después de sortear caminos entre encinas, salen a las calles de la urbanización y emprenden la larga subida por la c/ Júcar hasta la calle Miño. Algunos vikingos empiezan a flojear; los enfrentamiento de hoy han sido muy violentos y aún queda mucha distancia para llegar a casa. Tras reagruparse, continúan subiendo por la calle Miño y toman el camino de la derecha.





Toca bajar. Un rápido camino les lleva hasta el puente peatonal de la M-501. Tras pasarlo ruedan por otro "falso llano" hasta el túnel bajo la M-50. Las heridas de guerra están haciendo estragos en algunos guerreros. Hay que esperar para reagruparse. Pero la solidaridad de esta estirpe vikinga hace que nunca se quede alguien solo.




Ya queda poco. Llegan con un ritmo tranquilo y victorioso hasta los muros de la Ciudad Financiera del Banco de Santander en donde el vikingo José Luis decide separarse del grupo para acortar el camino y llegar al cálido hogar. Quedan cinco y afrontan los tramos que superan a los"falsos llanos", no sin dificultad para los que regresan agotados. Se siguen agrupando y pasan bajo la M-40. Tan solo una larga bajada y una subida de plato pequeño les queda para llegar al destino. Y justo cuando acometen esta última subida la maquina destructora de caminos del vikingo Paco pincha. Solidaridad vikinga y continúan tras pasar bajo la A-5 hasta el Parque de las Cruces. Bajan por el carril-bici del Anillo Ciclista y llegan por fin a su destino.




Con el orgullo de la victoria y el recuerdo de las batallas de hoy, estos cinco vikingos reciben el premio esperado; esa recompensa que en toda la historia de esta raza de temidos guerreros les ha esperado: LA RUBIA. Fría y espumosa en jarra helada. No hay mejor final para un gran día.


EL CUADERNO DEL VIKINGO:


Total kilómetros: 51,30
Tiempo total invertido: 4h 06' 01''
Tiempo en movimiento: 3h 11' 14''
Tiempo detenido: 0:54:47'
Velocidad media en movimiento: 16 km/h
Desnivel acumulado ascendiendo: 667m.
Desnivel acumulado descendiendo: 677 m.
Altitud máxima: 752 m.
Altitud mínima: 563 m.


EL PERFIL DE LA BATALLA







PLANO DE LA CONTIENDA


By Gerar