miércoles, 18 de diciembre de 2013

VIKINGOS versus TIGRES

Con la excusa de "soltar un poco las piernas" un grupo de vikingos deciden reunirse en una fría y húmeda mañana en la Avenida de los Poblados. Esta vez son seis valientes que no temen al frío, Gerar, Casillas, Rubén, Roberto, Juan Carlos y Santiago emprenden camino hacia la Casa de Campo. Su verdadero objetivo es otro. Tienen que encontrar a dos gigantescos tigres que, al parecer, viven en ese gran bosque; y de paso, subir a la Dehesa de la Villa para "seguir soltando las piernas".

Como todo lo bueno tiene su precio, primero han de calentar sus máquinas por el carril bici del Anillo Ciclista, pasando por el Parque de las Cruces y por el Parque de Arias Navarro. Con los cuerpos aún fríos llegan a las primeras "zetas" que les coloca sobre la A-5. 

Entran en la Casa de Campo y ruedan por caminos y sendas hasta el Parque de Atracciones, siguiendo la senda junto a la valla del Metro. Divertido recorrido que hace subir la temperatura de los mas fríos. Y para no perder el gusto a este tipo de senderos, continúan junto a los rápidos y no menos divertidos junto al Arroyo Meaques. Llegan de esta forma a la Glorieta de Patines y siguen por caminos para entrar en el Paseo Azul, detrás del Lago. Como el gusto por los senderos ha calado en el grupo, pasado el Lago toman uno  rápido  que les lleva hasta la Plaza de las Moreras

Para poder cazar a dos ejemplares de tigres hay que adentrarse en lo profundo del bosque; por eso, a partir de la Plaza de las Moreras no existen vehículos motorizados, tan solo las máquinas rodadoras de los vikingos son capaces de llegar a los caminos paralelos a las vías del tren. Buen sitio para comenzar la búsqueda, aunque el constante sube y baja les hace reservar fuerzas para la cacería que les espera.

Al llegar al puente, le cruzan y bajan paralelos a las vías hasta entrar en la carretera del Cerro de  Garabitas. Otra ascensión que hay que coger con prudencia; larga y constante hasta la llegada a la fuente en donde reponen energías y acumulan algo de agua. El tiempo pasa y los tigres no aparecen. Hay que adentrarse mas a fondo por el bosque. No les queda mas remedio que aguantar las subidas y las rápidas bajadas que van encontrando hasta llegar a la Carretera del Zarzón






Tras cruzar la última carretera asfaltada emprenden una subida y se encuentran con una valla. La realidad se les viene encima. Hoy no van a luchar, y mucho menos van a llevarse los tigres como premio a su valentía ¡qué desilusión!. Los han encontrado; sí, pero tras una alta valla: el Zoo de Madrid. Uno marrón, el otro albino, separados de la valla por un gran estanque. Aún así, eran animales cobardes y no fueron capaces de mirar a los ojos a los vikingos. Otra vez será.





Los delfines escondidos en sus instalaciones hacen que los vikingos no se detengan. Pero hay que aprovechar la mañana. Un buen recorrido por la senda ecológica y los puentes del Arroyo Meaques, sobre todo el de la Culebra, les hace disfrutar del entorno. Suben hasta el carril-bici del Anillo Ciclista y vuelven a recorrer los senderos junto al Parque de Atracciones y los del Arroyo Meaques. El objetivo, ahora, es coronar la Dehesa de la Villa.

Llegados al puente ferroviario, se cuelan por los puentes del Anillo Ciclista que evitan las autovías. Tras pasar sobre la M-30, dejan el Anillo y giran a la derecha, en sentido inverso  a los coches de la carretera, pero rodando por un sendero. Al llegar a la calle de Sinesio Delgado tienen que pelear con el terreno irregular y pedregoso en algunos puntos. Aprietan los dientes y van subiendo entre pinos hasta bajar por un estrecho y técnico sendero que luego tendrán que subir. Por la acera llegan al paso de peatones y tras cruzarlo se introducen en el bosque de la Dehesa de la Villa. Una larga y constante ascensión por pista pavimentada les lleva a coronar la subida hasta el corte junto a la calle de Francos Rodríguez. Momento de descanso y avituallamiento.




La cota más alta de la ruta ha sido dominada. Ahora toca bajar. El frió no consigue detenerlos y tras un rápido descenso tienen que enfrentarse al pequeño pero empinado repecho con sus salientes raíces, ofreciendo batalla. Uno a uno van subiendo y, aunque alguno tuvo que echar algo mas que el pie a tierra, todos consiguen pasarlo. Otra rápida bajada les lleva a los puentes sobre las autovías y se adentran en la Casa de Campo.

No hay tiempo para descansos. Las rubias les esperan. Pero para variar el recorrido suben hasta Aluche por la Avenida de Portugal. Carril-bici junto a la Casa de Campo y una larga y constante ascensión hace recordar a alguno que en las batallas en las que las máquinas rodadoras se enfrentan  a subidas exigentes, siempre hay que reservar energías, porque la peor subida está por llegar. Aún así, el grupo vikingo permanece compacto y llegan al puente de la A-5.

El recorrido ya no ofrece dificultad y tras subir por la calle de Valmojado y pasar bajo el Metro de Aluche, los valerosos vikingos, que no temen al frío ni a los tigres, atraviesan el Parque de las Cruces y reciben su mejor recompensa. Un grupo de rubias muy frías les están esperando en el Merendero el Madroño. Se lo han ganado:




Muy buena ruta con unos 60 km de subidas y bajadas en un entorno envidiable, naturaleza pura. ¿Quién dijo frío?. 


EL CUADERNO DEL VIKINGO:

Total kilómetros: 60,20
Tiempo total invertido: 4h 15' 07'''
Tiempo en movimiento: 3h 19' 57''
Tiempo detenido: 0,55'
Velocidad media en movimiento: 17 km/h
Desnivel acumulado ascendiendo: 997 m.
Desnivel acumulado descendiendo: 969 m.
Altitud máxima: 713 m.
Altitud mínima: 444 m.

PERFIL DE LA RUTA:







PLANO DE LA CONTIENDA:



By Gerar

lunes, 2 de diciembre de 2013

EL ASEDIO DE MADRID

Llega el frío y las heladas despiertan a los madrileños. A pesar de eso, los vikingos no descansan. Siempre moviéndose por la periferia, caminos, ríos, senderos, etc...; pero hoy toca conquistar Madrid; asediarla por todos sus costados, bordearla en su totalidad para completar todo el perímetro. Y que mejor zona para hacerlo que su Anillo Verde Ciclista.



Los vikingos nocturnos, Rivas y Gerar, se unen a los mañaneros Palomares, Javi, Zorzito y Rosi en la Avenida de los Poblados, haciendo un alarde de puntualidad. A las 10:30 parten con sentido a Vallecas. Escaso viento, sol y mucho frío les acompañan casi todo el camino. De esta forma, van dejando atrás el 12 de Octubre y entran en el Parque del Manzanares, pasando bajo el túnel de la China.
Hasta ese momento la orografía era muy favorable, pero la subida a Vallecas y la larga, aunque no dura, ascensión junto a la Avdª de Miguel Hernández les hace empezar a sudar. Poco a poco se aproximan al Puente de la A-3. Dejan atrás Vallecas y, sin dificultad, entran en Moratalaz. Siguen ascendiendo en una fría mañana. El grupo se mantiene compacto, pero Javi se descuelga; su ritmo es algo mas bajo. Tras esperarle, el amor propio del vikingo le hace superarse y, dejando perplejos al grupo, demarra y se aleja en el horizonte.
Así discurren los kilómetros por el distrito de San Blas. Larga recta junto a la M-40. Llegan al desvío, pero Javi ha seguido de frente y ha de dar la vuelta por estar el Puente de la Peineta cortado. Otra vez reagrupados, los vikingos llegan hasta el Estadio inacabado de la Peineta, llevándose un recuerdo de ese momento.




La bajada hasta Canillejas no ofrece problemas y el grupo pasa sobre el Puente de la A-2 para ascender, junto a la M-40, hasta el Campo de las Naciones. Siempre pegados a la M-40 llegan hasta el Puente sobre la M-12,  y se dirigen, junto a las cocheras de la EMT, hasta Sanchinarro. La larga recta de la Avd. de Niceto Alcalá Zamora les lleva a cruzar el Puente de la A-1 y entran en Las Tablas. Nada les detiene, nadie les adelanta y prosiguen pedaleando, descolgándose de nuevo Javi.
Al final de la c/ Portomarín llegan a la cota más alta de la ruta y, junto al Edificio del BBVA, deciden esperar al rezagado.






La unión hace la fuerza y los kilómetros son mas fáciles de superar. La única oposición que han encontrado es el frío, y ya está superado. Toca bajar. Javi se emociona y vuelve a demarrar. Así, pedalada a pedalada, llegan a a Tres Olivos; y tras cruzar el Puente de la M-607 el grupo vuelve a agruparse y en poco tiempo atraviesan Montecarmelo.
Todo es bajada. El ritmo es rápido. El grupo se mantiene compacto hasta la llegada a la Avdª del Cardenal Herrera Oria. Al cruzar por el paso de peatones, Zorzito enseña a los incrédulos conductores como se camufla un vikingo bajo el asfalto. Cuerpo y bicicleta caen al suelo en una sincronización perfecta. Y con la arrogancia de un ser superior, Zorzito se incorpora, saluda a la afición y reanuda la marcha.
Tras pasar la c/ Arroyofresno se van dirigiendo a la M-30. La cruzan, al igual que hacen con la A-6 y por la ribera del Río Manzanares se aproximan  a la Casa de Campo.  Después de pasar por el Puente de la M-500, cambian los edificios por el bosque. Han llegado a la Casa de Campo y se detienen en la zona de descanso para reponer agua y, para volver a esperar al rezagado Javi.








 Lo que sucedió a continuación es difícil de explicar. No se sabe si fue orgullo vikingo, el amor propio de un guerrero o la ingesta del Bálsamo de Fierabrás, que tan famoso hizo el ilustre hidalgo. Pero, tras agruparse de nuevo el grupo, y después de un leve descanso, no se habían sentado aún algunos de ellos en sus monturas cuando observaron el último demarraje del increible Javi. Solamente les dio tiempo de ver la gran humareda que produjo sus ruedas sobre el asfalto de la Casa de Campo y la figura de Javi y su bicicleta se volatilizaron entre los árboles.
Las prostitutas de la Pza. de las Moreras solamente indicaban, asustadas, la zona por donde vieron pasar "una luz". Nadie supo que pasó. Si fue la violencia de su pedaleo, o que cambió la tierra por el cielo. Las cotorras argentinas no salían de sus nidos y se quedaron mudas. El caso es que el grupo de vikingos tuvo que continuar sin volver a ver al eterno rezagado.
Rosi les deja en Madrid Río, y los cuatro supervivientes cruzan toda la Casa de Campo para llegar a Aluche. Tras pasar bajo el Metro, entran en el Parque de las Cruces y en esa zona los vikingos Rivas y Gerar finalizan el recorrido. Palomares y Zorzito continúan por la Avenida de los Poblados con la esperanza de saber que fue del "eterno rezagado".
Así fue como finalizó la hazaña de hoy. El asedio a la gran urbe, la Capital. Sus casi 63 kilómetros de perímetro fueron cubiertos en unas 3 horas y cuarto de pedaleo, desafiando al frío y finalizando, como siempre, en compañía de una buena y fría rubia.




 EL PERFIL DEL ANILLO VERDE CICLISTA 

Sentido de las agujas del reloj

jueves, 14 de noviembre de 2013

INCURSIÓN VIKINGA EN LA FUENFRÍA

     Una fría mañana de noviembre cinco arduos guerreros se dispusieron a adentrarse en las ya conocidas, aunque  no por ello menos duras y peligrosas tierras de la Fuenfría;  en busca de tesoros, viandas y mujeres.

     
      El grueso de las hordas vikingas esperaban nuestras noticias en sus poblados por quehaceres familiares.

     Paco y Ricardo, Benito y Richi venidos de tierras manchegas y quien fuera a ser nuestro guía “Martillo” Rivas desembarcamos en el puerto de Cercedilla y sin miramientos nos dispusimos en nuestras monturas para conquistar la Fuenfría con la firme decisión de no dejar prisioneros por el camino.

    
   La niebla amenazaba nuestra incursión pero no fue más que un nuevo acicate para continuar y ni los enemigos más acérrimos pudieron hacernos desistir de nuestra férrea intención de conquistar la cima.


    
      Conquistando la niebla …


     y tras culminar la cima …


     … nos detuvimos frente a la puerta de la gran bajada norte, camino empedrado, sombrío y peligroso que sorteamos sin miramientos pese al gran saber de “Martilllo” Rivas que dijo “cuando caminas más deprisa que en bici …. paaaa que la bici ??? “


     Sanos y salvos tras el descenso rodamos  …  fuimos y volvimos  …  y volvimos y fuimos  bajo la experta guía del gran vikingo “Martillo” Rivas y donde nuestros enemigos guardaban las distancias…


 
      … para finalmente llegar a la gran subida del Pto. De los Leones que coronamos a paso firme y sin miramientos.


     Victoriosos, nos dirigíamos de regreso con todo a favor …

     
     … pero cuál fue nuestra sorpresa cuando los Dioses quisieron poner a prueba nuestra hombría y paciencia pinchando dos veces seguidas y rajando la montura del vikingo Ricardo teniendo que recurrir a la gran experiencia en combate del vikingo Paco para salir airosos del desenlace y poder llegar a puerto.

     Culminada la hazaña no queda más que celebrarlo y aderezarlo con unas buenas viandas que a falta de tesoros y mujeres es lo que nos llevamos.



 Datos aproximados de la ruta:
 Distancia total: 51 km
Tiempo rodando: 3 horas 35 minutos
Velocidad media: 14 Km/h          Velocidad máxima: 47 Km/h

martes, 5 de noviembre de 2013

LA BATALLA VIKINGA DE BRUNETE

Cuenta la leyenda que al regresar los guerreros vikingos a sus hogares, tras una dura batalla, planificaban su recuperación preparando el asedio de otros pueblos con la menor demora posible. Para ello, los vikingos que en mejor forma se encontraban reclutaban a nuevos guerreros; y los que llegaban heridos pasaban  un pequeño periodo de recuperación.

Debe ser que la genética vikinga ha trascendido a lo largo de las generaciones, porque este grupo de valerosos guerreros ha emulado a sus ancestros. Por eso, tres de los vikingos supervivientes de la última batalla, Richi, Beni y Gerar, pudieron reclutar a otros cinco, Rivas, Peke, Carmona, Rubén y Héctor. Como el río Guadarrama fue conquistado hace dos salidas, la consigna para hoy era controlar las localidades de Brunete, Quijorna y Villanueva de la Cañada.




En una fresca, pero prometedora mañana, los ocho vikingos se reúnen en el estacionamiento de Carrefour en Móstoles. Como viene siendo costumbre, preparan sus máquinas para evitar imprevistos y parten por la Vía Verde del Guadarrama con sentido al río. Kilómetros de terreno muy favorable sirven para ir entrando en calor hasta la llegada al Puente de Hierro.







Tras dejar su huella en el entarimado del puente, giran a la derecha y, paralelos al río Guadarrama, se van dirigiendo a su primer objetivo, Brunete. Y es esta localidad la que ha dado nombre a esta crónica porque de todos las zonas por donde llegaron a pasar, allí fue donde este grupo de valerosos guerreros se encontró con las peores adversidades. Si por algo es conocida La Batalla de Brunete es por lo que allí les sucedió.

Tras un giro de 90 grados, el grupo deja atrás el río y empieza a subir por un bosque de encinas, cuyas rampas ponen a prueba las piernas y hacen forzar las máquinas. Tras coronar, el bosque se transforma en un precioso pinar y al final de éste, giran a la derecha y se dirigen al cruce con la M-600. El escaso tráfico no les dificulta atravesar esta carretera y otean al fondo el objetivo: BRUNETE.

Fuera de la protección de los árboles los vikingos son atacados por este pueblo con una de las peores armas existentes: EL VIENTO. Siempre de cara y con enorme fuerza. Aún así, consiguen pasar bajo la M-501 y entran en el pueblo. Brunete no se rinde y les sigue atacando con viento, pero las edificaciones les protegen y llegan hasta el parque del Cementerio en donde reponen fuerzas y deliberan por donde seguir.






Pudieron atajar y recortar la distancia de la ruta establecida; pero su osadía, al no conocer el miedo, les llevó a decantarse por el recorrido largo para conquistar su siguiente objetivo: Quijorna. Lo que no esperaban era que Brunete se alió con Quijorna y lo que antes fue viento ahora iba a ser vendaval.

Salen del pueblo por la carretera junto a la Escuela de Conductores y el viento les hace ir en fila. Como manda la tradición, los vikingos se encomiendan a Eolo, Dios del Viento, para que les proteja. Sus antepasados hubieran izado las velas en el drakkar, y sin tener que remar, el viento les hubiera dirigido a su destino. Pero hoy no iba a ser así. Las máquinas a las que llaman bicicletas no disponen de velas y su único medio de tracción son los pedales. Una larga bajada les enseña que si no pedalean, el viento les frenará. Es increíble; en otro momento se hubieran dejado caer a gran velocidad pero hoy tenían que sufrir; ¡pedalear para bajar!. Otra vez los dioses les dieron la espalda. Con sufrimiento llegan a Quijorna, y victoriosos consiguen atravesar sus calles.

Ante la sorprendida mirada de los aldeanos, los vikingos giran a la derecha y entran en la calle de Virgen del Rocío, pasando junto al CP. Príncipe de Asturias. Los alumnos y sus cuidadoras, que en esos momentos disfrutaban de su recreo, no olvidarán durante mucho tiempo el paso de la orda vikinga junto a sus vallas. Al salir del pueblo, entran en un camino que les dirige al monte. Pero el terreno se resiste y disgrega al grupo. Tras reagruparse, emprenden una larga subida dejando a la derecha un antiguo bunker de la guerra civil, ahora asediado por escolares.

Cuando consiguen coronar y van a entrar en el camino que les llevará a su siguiente objetivo: Villanueva de la Cañada, otra encerrona les aguardaba. Una fuerte depresión del terreno les hace bajarse de sus máquinas. Siete de ellos consiguen salvar este obstáculo, pero les falta uno, PEKE. Y entre encinas, aparece valeroso, con una rabia descontrolada y consigue con el mínimo esfuerzo reunirse con el grupo. Atónitos, reanudan la marcha, no sin antes fotografiar este gran momento.




Tanta entrega, tanta energía consumida iba a pasarle factura. Agrupados bajan hasta la entrada a Villanueva de la Cañada, volviendo a  reagruparse porque las fuerzas empezaban a mermar a algunos vikingos. Este pueblo les acoge con hospitalidad sin ofrecer resistencia; recorren la calle Real y junto a una pequeña ermita se encuentran un tranquilo parque donde reponer fuerzas y aprovisionarse de agua.




Tras un breve descanso, sale el grupo de la localidad por la Avdª de Madrid y se adentra en un bosque de encinas para rodar por una rápida bajada junto al río Aulencia hasta su desembocadura en el río Guadarrama. Junto a este último, pedalean a un fuerte ritmo por pista frondosa y fresca hasta una de las mejores construcciones que la ingenieria actual ha conseguido finalizar: El Puente de los Picapiedra.




Sin tener miedo al peligro y a las alturas, uno a uno fueron pasando los valerosos vikingos por el puente. Cargando sus máquinas al hombro alcanzaron la orilla contraria del río Guadarrama y dedicaron unos minutos para inmortalizar este momento.







EL PASO POR EL PUENTE DE LOS PICAPIEDRA:




Superado este obstáculo, los guerreros prosiguen su marcha por la ladera izquierda del río. Entre encinas, almendros y pinos llegan a la Urbanización de El Bosque (Villaviciosa de Odón). Fueron recibidos con dos pequeñas rampas que, a estas alturas, superan sin incidentes. Bordean la urbanización junto al campo de golf y llegan, junto al área recreativa, al cruce con la M-513. Sortean esta carretera por el puente y, por el camino agrícola paralelo a la carretera, van subiendo los últimos kilómetros de la ruta.

Las fuerzas empezaban a escasear y Peke iba herido. Tras varios momentos de reagrupamiento, los dioses volvieron a darles la espalda. La última trampa les estaba esperando. Un corte del camino, el Arroyo de la Vega fluyendo agua, desnivel intransitable y un talud de roca en el margen contrario. Beni lo intenta pero sucumbe al agua. Cualquier grupo se hubiera rendido y caído en este terrible enfrentamiento. Pero no los vikingos; estos bárbaros guerreros hicieron uso de su instrucción militar y formando una cadena humana sortean el arroyo y elevan sus máquinas hasta el camino que les llevaría a su destino. La historia recordará esta gesta y ellos decidieron inmortalizarla con fotografías.






Uno de los famosos "falsos llanos" minó las fuerzas del guerrero herido, y la solidaridad vikinga volvió a aparecer, y el Peke fue arropado, protegido y acompañado hasta el final de la ruta. Tras salir a la M-865 los victoriosos vikingos cruzan el paso elevado sobre la A-5 y entran, por fin, en el estacionamiento de Carrefour. Fin de la batalla de hoy. Todos han llegado y como premio las rubias fresquitas y las viandas merecidas tras una batalla ganada les estaban esperando.







Esto fue lo que sucedió y aquí queda redactado. Cada vez más uniformes vikingos se dejan ver por los pueblos de la Comunidad. Este antiguo pueblo bárbaro ha renacido y sus hazañas pasarán a la historia. La próxima batalla está al caer. ¿Te la vas a perder?.


EL CUADERNO DEL VIKINGO:

Total kilómetros: 60,80
Tiempo total invertido: 4h 37' 13'''
Tiempo en movimiento: 3h 36' 53''
Tiempo detenido: 1h 
Velocidad media en movimiento: 17 km/h
Desnivel acumulado ascendiendo: 728 m.
Desnivel acumulado descendiendo: 725 m.
Altitud máxima: 674 m.
Altitud mínima: 563 m.

PERFIL DE LA RUTA:







PLANO DE LA CONTIENDA:



By Gerar

jueves, 31 de octubre de 2013

SAN AGUSTÍN DE GUADALIX Y LAS PISTAS DEL CANAL DE ISABEL II

En una fría mañana de finales de octubre, víspera de Halloween, los vikingos decidieron concentrarse en el Polígono Industrial "El Raso" (San Agustín de Guadalix). Se habían marcado como objetivo recorrer una gran parte de las antiguas pistas de servicio del Canal de Isabel II y dominar la orografía de este territorio controlado desde el aire por buitres y águilas.

Los dioses no estaban por la labor de colaborar con los vikingos en esta batalla y malos augurios se presagiaba cuando el grupo arrancó media hora después de lo previsto. Diez fueron elegidos para el enfrentamiento: Paco, Richi, Beni, José Luis, Pablo, Galazo, Ricardo, Casillas, Rubén y Gerardo.




Tras cruzar el río Guadalix suben hasta la pista del Canal del Atazar, girando a la izquierda e iniciando el recorrido en el sentido de las agujas del reloj. El enfrentamiento se inicia nada mas empezar y los cortes del grupo empiezan a producirse. No es una gran subida pero los feroces vikingos tienen aún sus armas frías y deciden reagruparse para no perder efectivos. El sol y el esfuerzo hacen que las indumentarias vikingas empiecen a aparecer.




Tras cinco kilómetros y medio de ascensión y una lucha cuerpo a cuerpo contra el terreno, una de las máquinas vikingas (del amigo Galazo) sufre el primer percance del día, pinchazo en la delantera. Entra el grupo en la pista del Canal Alto y deciden reagruparse porque el desnivel empieza a hacer mella en alguno de los fornidos guerreros. Los dioses siguen dándoles la espalda.




Después de pasar por expertas manos, la máquina destructora del vikingo Galazo reinicia, junto con el grupo, la marcha. La solidaridad vikinga ha vuelto a aparecer. A su derecha se encuentran el espectacular paisaje del Cañón del río Guadalix. Durante varios kilómetros los vikingos ruedan observando la profunda depresión del terreno formada por la erosión que gradualmente produjo el río Guadalix. 




La presencia de los buitres planeando sobre ellos no les amedrenta; no son una amenaza. La agresividad que desprende el pelotón ahuyenta a esos enemigos, pero no al suelo por donde pisan. El constante sube y baja del terreno  de la pista del Canal de El Vellón rompe el ritmo del grupo y tienen que reagruparse varias veces.




Tras dejar atrás la Urbanización Montenebro los vikingos consiguen derribar el obstáculo que se encuentran al frente, una puerta. Por ella pasan y entran en el Monte de la Dehesa de Pedrezuela y ruedan de nuevo con sus máquinas por la pista de el Canal de El Vellón junto al cañón hasta que tienen que saltar la siguiente valla. Así, llegan hasta el embalse de Pedrezuela.




El cañón del río toca a su fin junto al dique de la presa. El paisaje merece una segunda parada. La gran masa de agua y la enorme depresión del terreno vista desde el dique hacen que las fotografías inmortalicen esta nueva conquista.








El cómodo recorrido que se encuentran a continuación les hace admirar el agradable paisaje de todo el entorno del embalse. Una carretera asfaltada, junto a algunas urbanizaciones, lo bordea. Poco a poco llegan hasta la intersección con la M-608. Cruce que entraña cierto peligro, pero con buena visibilidad. Cruzan esta vía y se introducen por una frondosa senda; y, por una camino de tierra, suben hasta la localidad de Venturada. Otra conquista para el recuerdo de estos guerreros; y un buen lugar, de nuevo, para el agrupamiento.




Los 22,5 kilómetros que lleva el grupo no les impide continuar luchando y conquistando los territorios por donde sus máquinas ruedan. Venturada se rinde a sus pies. La bordean por su derecha y por un camino señalizado como un "GR" llegan a un túnel bajo la A-1, siendo recibidos por una pequeña "pared" que consiguen dominar, no sin algún que otro sobre-esfuerzo. A partir de aquí, el recorrido se convierte sinuoso y siguen apareciendo pequeñas subidas y bajadas que vuelven a distanciar al grupo. Las vistas por la derecha son muy gratificantes y brindan a estos temibles aunque algo cansados guerreros una fuerte, larga y divertida bajada hasta una pequeña carretera asfaltada con muy escaso tráfico. Por ella llegan hasta la N-320 y giran a la derecha. A los pocos metros tienen que superar el mayor peligro que tiene toda la ruta. Han de atravesar esta carretera para coger la pista del Canal Bajo que se encuentra en el lado opuesto. 

Después de superar este escollo, entran en grupo en una bonita pista arropada por alta vegetación. Una vez que recorren casi tres kilómetros, llegan a una intersección donde realizan un rápido avituallamiento y el enésimo reagrupamiento del grupo. Deciden coger la pista asfaltada de la izquierda en vez de subir la loma que tienen al frente. De esta forma salen a la M-129 y giran a su derecha. Dos kilómetros después, cogen la pista que aparece por la izquierda. Llegan hasta una larga tubería del Canal y junto a ella se presenta el grupo, muy disgregado, en una pequeña loma con un par de revueltas que minan las fuerzas de algunos vikingos. Al final de la subida vuelven a reagruparse.




Los vikingos emprenden la rápida bajada hasta la localidad de El Espartal, pero de nuevo la máquina del amigo Galazo vuelve a pinchar. Esta vez es la rueda trasera. El grupo que iba mas adelantado tiene que espera a la entrada del pueblo, junto a un acueducto construido en 1852, mientras que manos expertas vuelven a reparar la máquina derribada por las inclemencias del terreno.

El grupo entra victorioso en El Espartal; lo atraviesan y emprenden una constante subida que hace mella en algunos vikingos. La coronación de la subida hasta el desvío consigue hundir a Galazo que echa el pie a tierra. El grupo se rompe; la lucha contra el terreno se endurece y al salir a la siguiente pista se empieza a rodar por grupos. Las grandes heridas que la contienda ha provocado en Galazo hacen que deba ser acompañado por el vikingo Paco. Otra vez la solidaridad vikinga entra en acción. Se quedan solos para llegar a El Molar; tienen el track del recorrido y no van a perderse. El resto del grupo entra en El Molar, pasan por debajo de la antigua N-1 y se preparan para la siguiente batalla contra el terreno.

La salida del pueblo se torna en una larga y empinada subida; que, aunque asfaltada, hace mas mella en Pablo. Con pundonor, y tras ser esperado, salen del pueblo. El vikingo Galazo queda mal herido en la plaza del pueblo y Paco alcanza al grupo para intentar llegar antes al punto de inicio de la ruta y coger la furgoneta para buscar al desfallecido vikingo. Esta raza de guerreros tiene un principio: nunca dejan sus cadáveres por el camino.

El resto del grupo, guiados por el vikingo Gerardo emprenden una fuerte subida y una rapidísima bajada por una pista asfaltada para coger un camino a la derecha que, sin dejarlo, les lleva por la pista del Canal del Atazar hasta el final de la ruta. Pero como los dioses les habían dado la espalda, Ricardo vuelve a pinchar en el mismo lugar donde lo hizo meses atrás, ¡qué coincidencia!. Junto con  el vikingo Gerardo, llegan los últimos al final de  este bonito, pero accidentado recorrido.




No queda tiempo para mucho. Es muy tarde y tras cumplir con la tradición: dar buena cuenta de una rubia fresquita, los vikingos uniformados se hacen una foto para inmortalizar el momento. Tan solo cinco se quedan a degustar las viandas del Restaurante "El Raso".




La batalla de hoy ha desgastado al grupo. Los dioses no les han acompañado durante todo el trayecto. Aún así, consiguieron el objetivo: recorrer los 59 kilómetros de la ruta, aunque tardaron mucho en hacerlo. Para la próxima batalla tendrán que curtir las piernas de los vikingos derrotados con el fin de poder disfrutar de la belleza de estos parajes y del placer de montar en esas temibles máquinas a las que llaman bicicletas.



EL CUADERNO DEL VIKINGO:

Total kilómetros: 59,300
Tiempo total invertido: 5h 16' 18''
Tiempo en movimiento: 3h 29' 36''
Tiempo detenido: 1h 46' 22''
Velocidad media en movimiento: 17 km/h
Desnivel acumulado ascendiendo: 1804 m.
Desnivel acumulado descendiendo: 1855 m.
Altitud máxima: 893 m.
Altitud mínima: 499 m.


EL PERFIL DE LA RUTA:








PLANO DE LA CONTIENDA:


By Gerar