miércoles, 24 de mayo de 2017

EN EL CORAZÓN DEL CAÑÓN

Una soleada y cálida mañana de mayo recibe al grupo de vikingos en el Polígono Industrial de "El Raso" (San Agustín de Guadalix). El objetivo que se han marcado es volver a recorrer el Cañón del Río Guadalix, territorio ya conquistado en varias ocasiones pero que bien merece volver a visitarlo.

Hoy les acompaña un invitado, Rober, que quiere vivir en primera persona la experiencia de rodar con estos temerarios guerreros del pedal. Pero la gran novedad del día es el regreso al campo de batalla de uno de los grandes jefes de las tribus del Norte. Ese fenómeno de la naturaleza, que el Dios Odín transformó en guerrero vikingo, ha tenido el coraje de apoyar al grupo en la contienda de hoy. Me refiero a la bestia nórdica, El Peke.

Con enormes ganas de batallar, la horda vikinga comienza su incesante pedaleo dirigiéndose hacia San Agustín de Guadalix penetrando en un sinuoso y estrecho sendero que les sirve de calentamiento.





Como el carácter depredador es inherente en estos temibles guerreros, optan por no atacar al Cañón directamente y deciden bordearlo por la Dehesa de Moncalvillo para acometer, posteriormente, la embestida definitiva desde uno de sus flancos. Pero para eso tienen que hacer frente a una manada de fieras bestias que les acechan con sus afiladas cornamentas.





Ante la planta guerrera de los vikingos, las reses se apartan y evitan el enfrentamiento a sabiendas de su segura derrota. Sus temibles maquinas se adentran por caminos y pistas y pasan  junto al imponente Viaducto de la Retuerta.





Pero la orografía del terreno no se lo va a poner fácil. La subida a la Dehesa de Moncalvillo les hace ser prudente y con la técnica del empujebike ascienden hasta la cerca de la Dehesa y hacen una pequeña parada para agruparse y otear el espectacular horizonte.





Sin dilatarse en el tiempo, continúan la marcha por los bellos parajes de la Dehesa hasta que salen a las degradadas y solitarias Pistas del Canal. Un terreno engañoso que bien podríamos denominar como "falsos llanos". Pero el perfil de este terreno les hace subir su velocidad y antes de llegar a la Urbanización Montenebro, se desvían por un camino a su derecha y bajan al Corazón del Cañón posicionando sus máquinas rodadoras sobre el espectacular Viaducto de Negri, atreviéndose a cruzarle y disfrutando del inigualable paisaje del Cañón.











Pocos fueron los buitres que osaron planear sobre ellos. La sola presencia de El Peke, con su indumentaria amarilla, les hizo permanecer en sus posaderas y esperar a que los vikingos salieran de su territorio.

Tras su primera incursión en el Corazón del Cañón, vuelven a rodar raudos por las pistas degradadas para llegar llegar al Embalse de Pedrezuela y admirar su vertical dique.






Y como buenos estrategas, decidieron hacer una pequeña parada junto a las aguas del embalse y bajo la sombra de los árboles. La parte dura del recorrido ya está hecha.




Dejan atrás el embalse. El calor no les ayuda y el paso por la localidad de Pedrezuela es raudo. Pero el perfil del terreno les favorece y con un largo y rápido descenso llegan hasta el Azud del Mesto, (difícil verlo en bicicleta), volviendo a rodar por un estrecho sendero junto al río Guadalix y en el interior del Corazón del Cañón.






Antes de finalizar su ruta, los vikingos se acercan a las proximidades de la Cascada del Hervidero, habiendo sorteado antes y con rapidez dos imprevistos pinchazos.




Como la presencia de las "famosas rubias" está cerca, deciden no bajar a la cascada y dejarla para otro día, no sin antes llevarse un recuerdo gráfico de este bonito paraje.

Los vikingos están acostumbrados a superar cualquier imprevisto que se encuentren en el camino. Nunca es sencilla una ruta pero están acostumbrados a salir airosos. Por eso, ante la mala decisión de tomar una pista equivocada, el compañerismo de estos guerreros hizo que el "empujebike" por las escaleras fuera menos tortuoso.




La llegada al final de la ruta es inminente, pero la sabiduría del Peke y su conocimiento del terreno, les lleva junto al sombrío paraje del rio Guadalix, atravesando el pequeño puente de madera y siendo testigo, quien escribe, de como se mimetizo el temible guerrero nórdico en el escondido e inimaginable sendero que culmina la bella etapa de hoy.






No existe contienda que no tenga como final el premio esperado por estos guerreros. Siempre están ahí, esperando que regresen sudorosos y cansados para refrescarles y prepararles para la degustación de las viandas de la tierra. Me refiero a esas "frías rubias", tan necesarias para la recuperación de la musculatura de los vikingos.










Y aquí acaba esta pequeña contienda vikinga que, seguro, no aparecerá en los libros de historia pero que estos valerosos guerreros recordarán y transmitirán a sus descendientes, como así lo han hecho con el alucinado Alvarito que no daba crédito a tan heroica gesta mientras daban buena cuenta de los manjares del restaurante.

Gran ruta la de hoy que, sin ser muy larga, les ha hecho rodar por el fantástico entorno del Cañón del Río Guadalix. Todo se acaba, pero la próxima está al caer.



EL CUADERNO DEL VIKINGO:

Total kilómetros: 32,60 Km
Tiempo total invertido: 3 h 26' 46''
Tiempo en movimiento: 2 h 20' 08''
Tiempo detenido: 1 h 06' 38''
Velocidad media en movimiento: 14 km/h
Velocidad máxima: 42 km/h
Desnivel acumulado ascendiendo: 682 m.
Desnivel acumulado descendiendo: 566 m.
Altitud máxima: 874 m.
Altitud mínima: 521 m.


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PERFIL DE LA RUTA:




PLANO DEL RECORRIDO:




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By Gerar

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