Con la excusa de "soltar un poco las piernas" un grupo de vikingos deciden reunirse en una fría y húmeda mañana en la Avenida de los Poblados. Esta vez son seis valientes que no temen al frío, Gerar, Casillas, Rubén, Roberto, Juan Carlos y Santiago emprenden camino hacia la Casa de Campo. Su verdadero objetivo es otro. Tienen que encontrar a dos gigantescos tigres que, al parecer, viven en ese gran bosque; y de paso, subir a la Dehesa de la Villa para "seguir soltando las piernas".
Como todo lo bueno tiene su precio, primero han de calentar sus máquinas por el carril bici del Anillo Ciclista, pasando por el Parque de las Cruces y por el Parque de Arias Navarro. Con los cuerpos aún fríos llegan a las primeras "zetas" que les coloca sobre la A-5.
Entran en la Casa de Campo y ruedan por caminos y sendas hasta el Parque de Atracciones, siguiendo la senda junto a la valla del Metro. Divertido recorrido que hace subir la temperatura de los mas fríos. Y para no perder el gusto a este tipo de senderos, continúan junto a los rápidos y no menos divertidos junto al Arroyo Meaques. Llegan de esta forma a la Glorieta de Patines y siguen por caminos para entrar en el Paseo Azul, detrás del Lago. Como el gusto por los senderos ha calado en el grupo, pasado el Lago toman uno rápido que les lleva hasta la Plaza de las Moreras.
Para poder cazar a dos ejemplares de tigres hay que adentrarse en lo profundo del bosque; por eso, a partir de la Plaza de las Moreras no existen vehículos motorizados, tan solo las máquinas rodadoras de los vikingos son capaces de llegar a los caminos paralelos a las vías del tren. Buen sitio para comenzar la búsqueda, aunque el constante sube y baja les hace reservar fuerzas para la cacería que les espera.
Al llegar al puente, le cruzan y bajan paralelos a las vías hasta entrar en la carretera del Cerro de Garabitas. Otra ascensión que hay que coger con prudencia; larga y constante hasta la llegada a la fuente en donde reponen energías y acumulan algo de agua. El tiempo pasa y los tigres no aparecen. Hay que adentrarse mas a fondo por el bosque. No les queda mas remedio que aguantar las subidas y las rápidas bajadas que van encontrando hasta llegar a la Carretera del Zarzón.
Tras cruzar la última carretera asfaltada emprenden una subida y se encuentran con una valla. La realidad se les viene encima. Hoy no van a luchar, y mucho menos van a llevarse los tigres como premio a su valentía ¡qué desilusión!. Los han encontrado; sí, pero tras una alta valla: el Zoo de Madrid. Uno marrón, el otro albino, separados de la valla por un gran estanque. Aún así, eran animales cobardes y no fueron capaces de mirar a los ojos a los vikingos. Otra vez será.
Los delfines escondidos en sus instalaciones hacen que los vikingos no se detengan. Pero hay que aprovechar la mañana. Un buen recorrido por la senda ecológica y los puentes del Arroyo Meaques, sobre todo el de la Culebra, les hace disfrutar del entorno. Suben hasta el carril-bici del Anillo Ciclista y vuelven a recorrer los senderos junto al Parque de Atracciones y los del Arroyo Meaques. El objetivo, ahora, es coronar la Dehesa de la Villa.
Llegados al puente ferroviario, se cuelan por los puentes del Anillo Ciclista que evitan las autovías. Tras pasar sobre la M-30, dejan el Anillo y giran a la derecha, en sentido inverso a los coches de la carretera, pero rodando por un sendero. Al llegar a la calle de Sinesio Delgado tienen que pelear con el terreno irregular y pedregoso en algunos puntos. Aprietan los dientes y van subiendo entre pinos hasta bajar por un estrecho y técnico sendero que luego tendrán que subir. Por la acera llegan al paso de peatones y tras cruzarlo se introducen en el bosque de la Dehesa de la Villa. Una larga y constante ascensión por pista pavimentada les lleva a coronar la subida hasta el corte junto a la calle de Francos Rodríguez. Momento de descanso y avituallamiento.
La cota más alta de la ruta ha sido dominada. Ahora toca bajar. El frió no consigue detenerlos y tras un rápido descenso tienen que enfrentarse al pequeño pero empinado repecho con sus salientes raíces, ofreciendo batalla. Uno a uno van subiendo y, aunque alguno tuvo que echar algo mas que el pie a tierra, todos consiguen pasarlo. Otra rápida bajada les lleva a los puentes sobre las autovías y se adentran en la Casa de Campo.
No hay tiempo para descansos. Las rubias les esperan. Pero para variar el recorrido suben hasta Aluche por la Avenida de Portugal. Carril-bici junto a la Casa de Campo y una larga y constante ascensión hace recordar a alguno que en las batallas en las que las máquinas rodadoras se enfrentan a subidas exigentes, siempre hay que reservar energías, porque la peor subida está por llegar. Aún así, el grupo vikingo permanece compacto y llegan al puente de la A-5.
El recorrido ya no ofrece dificultad y tras subir por la calle de Valmojado y pasar bajo el Metro de Aluche, los valerosos vikingos, que no temen al frío ni a los tigres, atraviesan el Parque de las Cruces y reciben su mejor recompensa. Un grupo de rubias muy frías les están esperando en el Merendero el Madroño. Se lo han ganado:
Muy buena ruta con unos 60 km de subidas y bajadas en un entorno envidiable, naturaleza pura. ¿Quién dijo frío?.
EL CUADERNO DEL VIKINGO:
PERFIL DE LA RUTA:
PLANO DE LA CONTIENDA:
By Gerar