Cuenta la leyenda que al regresar los guerreros vikingos a sus hogares, tras una dura batalla, planificaban su recuperación preparando el asedio de otros pueblos con la menor demora posible. Para ello, los vikingos que en mejor forma se encontraban reclutaban a nuevos guerreros; y los que llegaban heridos pasaban un pequeño periodo de recuperación.
Debe ser que la genética vikinga ha trascendido a lo largo de las generaciones, porque este grupo de valerosos guerreros ha emulado a sus ancestros. Por eso, tres de los vikingos supervivientes de la última batalla, Richi, Beni y Gerar, pudieron reclutar a otros cinco, Rivas, Peke, Carmona, Rubén y Héctor. Como el río Guadarrama fue conquistado hace dos salidas, la consigna para hoy era controlar las localidades de Brunete, Quijorna y Villanueva de la Cañada.
En una fresca, pero prometedora mañana, los ocho vikingos se reúnen en el
estacionamiento de Carrefour en Móstoles. Como viene siendo costumbre, preparan sus máquinas para evitar imprevistos y parten por la
Vía Verde del Guadarrama con sentido al río. Kilómetros de terreno muy favorable sirven para ir entrando en calor hasta la llegada al
Puente de Hierro.
Tras dejar su huella en el entarimado del puente, giran a la derecha y, paralelos al río Guadarrama, se van dirigiendo a su primer objetivo, Brunete. Y es esta localidad la que ha dado nombre a esta crónica porque de todos las zonas por donde llegaron a pasar, allí fue donde este grupo de valerosos guerreros se encontró con las peores adversidades. Si por algo es conocida La Batalla de Brunete es por lo que allí les sucedió.
Tras un giro de 90 grados, el grupo deja atrás el río y empieza a subir por un bosque de encinas, cuyas rampas ponen a prueba las piernas y hacen forzar las máquinas. Tras coronar, el bosque se transforma en un precioso pinar y al final de éste, giran a la derecha y se dirigen al cruce con la M-600. El escaso tráfico no les dificulta atravesar esta carretera y otean al fondo el objetivo: BRUNETE.
Fuera de la protección de los árboles los vikingos son atacados por este pueblo con una de las peores armas existentes: EL VIENTO. Siempre de cara y con enorme fuerza. Aún así, consiguen pasar bajo la M-501 y entran en el pueblo. Brunete no se rinde y les sigue atacando con viento, pero las edificaciones les protegen y llegan hasta el parque del Cementerio en donde reponen fuerzas y deliberan por donde seguir.
Pudieron atajar y recortar la distancia de la ruta establecida; pero su osadía, al no conocer el miedo, les llevó a decantarse por el recorrido largo para conquistar su siguiente objetivo: Quijorna. Lo que no esperaban era que Brunete se alió con Quijorna y lo que antes fue viento ahora iba a ser vendaval.
Salen del pueblo por la carretera junto a la Escuela de Conductores y el viento les hace ir en fila. Como manda la tradición, los vikingos se encomiendan a Eolo, Dios del Viento, para que les proteja. Sus antepasados hubieran izado las velas en el drakkar, y sin tener que remar, el viento les hubiera dirigido a su destino. Pero hoy no iba a ser así. Las máquinas a las que llaman bicicletas no disponen de velas y su único medio de tracción son los pedales. Una larga bajada les enseña que si no pedalean, el viento les frenará. Es increíble; en otro momento se hubieran dejado caer a gran velocidad pero hoy tenían que sufrir; ¡pedalear para bajar!. Otra vez los dioses les dieron la espalda. Con sufrimiento llegan a Quijorna, y victoriosos consiguen atravesar sus calles.
Ante la sorprendida mirada de los aldeanos, los vikingos giran a la derecha y entran en la calle de Virgen del Rocío, pasando junto al CP. Príncipe de Asturias. Los alumnos y sus cuidadoras, que en esos momentos disfrutaban de su recreo, no olvidarán durante mucho tiempo el paso de la orda vikinga junto a sus vallas. Al salir del pueblo, entran en un camino que les dirige al monte. Pero el terreno se resiste y disgrega al grupo. Tras reagruparse, emprenden una larga subida dejando a la derecha un antiguo bunker de la guerra civil, ahora asediado por escolares.
Cuando consiguen coronar y van a entrar en el camino que les llevará a su siguiente objetivo: Villanueva de la Cañada, otra encerrona les aguardaba. Una fuerte depresión del terreno les hace bajarse de sus máquinas. Siete de ellos consiguen salvar este obstáculo, pero les falta uno, PEKE. Y entre encinas, aparece valeroso, con una rabia descontrolada y consigue con el mínimo esfuerzo reunirse con el grupo. Atónitos, reanudan la marcha, no sin antes fotografiar este gran momento.
Tanta entrega, tanta energía consumida iba a pasarle factura. Agrupados bajan hasta la entrada a Villanueva de la Cañada, volviendo a reagruparse porque las fuerzas empezaban a mermar a algunos vikingos. Este pueblo les acoge con hospitalidad sin ofrecer resistencia; recorren la calle Real y junto a una pequeña ermita se encuentran un tranquilo parque donde reponer fuerzas y aprovisionarse de agua.
Tras un breve descanso, sale el grupo de la localidad por la Avdª de Madrid y se adentra en un bosque de encinas para rodar por una rápida bajada junto al río Aulencia hasta su desembocadura en el río Guadarrama. Junto a este último, pedalean a un fuerte ritmo por pista frondosa y fresca hasta una de las mejores construcciones que la ingenieria actual ha conseguido finalizar: El Puente de los Picapiedra.
Sin tener miedo al peligro y a las alturas, uno a uno fueron pasando los valerosos vikingos por el puente. Cargando sus máquinas al hombro alcanzaron la orilla contraria del río Guadarrama y dedicaron unos minutos para inmortalizar este momento.
EL PASO POR EL PUENTE DE LOS PICAPIEDRA:
Superado este obstáculo, los guerreros prosiguen su marcha por la ladera izquierda del río. Entre encinas, almendros y pinos llegan a la Urbanización de El Bosque (Villaviciosa de Odón). Fueron recibidos con dos pequeñas rampas que, a estas alturas, superan sin incidentes. Bordean la urbanización junto al campo de golf y llegan, junto al área recreativa, al cruce con la M-513. Sortean esta carretera por el puente y, por el camino agrícola paralelo a la carretera, van subiendo los últimos kilómetros de la ruta.
Las fuerzas empezaban a escasear y Peke iba herido. Tras varios momentos de reagrupamiento, los dioses volvieron a darles la espalda. La última trampa les estaba esperando. Un corte del camino, el Arroyo de la Vega fluyendo agua, desnivel intransitable y un talud de roca en el margen contrario. Beni lo intenta pero sucumbe al agua. Cualquier grupo se hubiera rendido y caído en este terrible enfrentamiento. Pero no los vikingos; estos bárbaros guerreros hicieron uso de su instrucción militar y formando una cadena humana sortean el arroyo y elevan sus máquinas hasta el camino que les llevaría a su destino. La historia recordará esta gesta y ellos decidieron inmortalizarla con fotografías.
Uno de los famosos "falsos llanos" minó las fuerzas del guerrero herido, y la solidaridad vikinga volvió a aparecer, y el Peke fue arropado, protegido y acompañado hasta el final de la ruta. Tras salir a la M-865 los victoriosos vikingos cruzan el paso elevado sobre la A-5 y entran, por fin, en el estacionamiento de Carrefour. Fin de la batalla de hoy. Todos han llegado y como premio las rubias fresquitas y las viandas merecidas tras una batalla ganada les estaban esperando.
Esto fue lo que sucedió y aquí queda redactado. Cada vez más uniformes vikingos se dejan ver por los pueblos de la Comunidad. Este antiguo pueblo bárbaro ha renacido y sus hazañas pasarán a la historia. La próxima batalla está al caer. ¿Te la vas a perder?.
EL CUADERNO DEL VIKINGO:
Total kilómetros: 60,80
Tiempo total invertido: 4h 37' 13'''
Tiempo en movimiento: 3h 36' 53''
Tiempo detenido: 1h
Velocidad media en movimiento: 17 km/h
Desnivel acumulado ascendiendo: 728 m.
Desnivel acumulado descendiendo: 725 m.
Altitud máxima: 674 m.
Altitud mínima: 563 m.
PERFIL DE LA RUTA:
PLANO DE LA CONTIENDA:
By Gerar